jueves, 16 de abril de 2009

MILENIO 16/04/09


A LA CALLE

En una sociedad como la actual, dominada por la incomunicación y el egoismo propios de la civilización urbano-industrial, la vida en las calles es fugaz y momentánea, sucede en el breve tiempo que trascurre entre dos lugares “seguros” como la casa y el trabajo. La inseguridad que trasmite la calle no sólo es referente a la vulnerabilidad al crimen y la preservación de nuestra integridad corporal básica, también tiene mucho que ver con factores que van desde el clima hasta la psicología. Fuera de casa se considera a las personas desconocidas como “extraños”, indignos de nuestra confianza.
En las grandes ciudades la gente sale a la calle, en compañía de la familia o amigos, pero fuera de este minúsculo círculo íntimo, la gente que está fuera de casa, dentro de una gran multitud de personas en la plaza o parque, en realidad se encuentra sola. Es por estas razones que en ocasiones se agradecen las iniciativas que buscan dotar al espacio de la calle de ciertas características habitables que puedan propiciar un ambiente más comunitario que el de la acostumbrada sociedad. Tal es el caso del colectivo madrileño Ecosistema urbano (www.ecosistemaurbano.org),o la asociación cultural de la céntrica calle 2 de mayo, en Bilbao; ambos grupos comprometidos con un replanteamiento de la relación entre espacio público y privado Un modesto ejemplo de apropiación de la calle es la interesante propuesta de intervención de los arquitectos bilbaínos Kahle-Oiza-Arauzo (Fernando Oiza, Michel Arauzo y Enrique Kahle), titulada “Éter”, una nube etérea compuesta por estructuras inflables con la que se podría cubrir una calle entera para su uso como espacio social. La intervención, responde al reciente concurso de ideas titulado “Arquitecturas efímeras” (www.arquitecturasefimeras.com) y aunque no fué ganadora del primer premio, “Éter” mereció una especial mención por su calidad poética que fué conseguida con gran economía de materiales.
Lorenzo Rocha

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