jueves, 26 de marzo de 2009

MILENIO 26/03/09


PLAZA DE LOS NIÑOS

Las condiciones de la marginación urbana se manifiestan principalmente en la carencia de vivienda, la gente que duerme en la calle o las plazas es vulnerable a las demás penas que conlleva la falta de techo. Tal es el caso de los más de 50 jóvenes que pernoctan en la Plaza Zarco, en la colonia Guerrero. Estas personas están expuestas a muchos males sociales como el consumo de drogas, la delincuencia y la prostitución, lo cual les provoca un alto degrado humano y muy frecuentemente incluso la muerte. Para algunos de ellos las condiciones han cambiado desde hace seis años, cuando la artista Claudia Fernández comenzó un progama de enseñanza de artes y oficios que lleva el título de Meteoro. Con una generosa donación de otro artista, Francis Alÿs y el apoyo del Laboratorio de Arte Alameda, Fernández ha contribuido a la educación y atención de los jóvenes con las cuales muchos han dejado la calle. Utilizando materiales de desecho y reciclaje, los profesores del último año y medio de trabajo han conseguido enseñar a los niños y niñas a producir objetos extraordinarios usando cosas tan sencillas como botellas de plástico, partes de latas de aluminio o corbatas viejas. Todos estos objetos fueron expuestos en el Museo Tamayo, y dentro de la muestra se podían hacer donativos a tan encomiable iniciativa. La muestra se títuló: “Cosas de casa por gente sin casa”, su ironía indudablemente subraya la gran injusticia de nuestro sistema social y económico; reafirmando simultáneamente la necesidad de que, quienes no nos encontramos en una situación de indigencia, actuemos sin pretextos para el equilibrio social. En los meses más recientes muchos de los alumnos del proyecto Meteoro han dejado de asistir a la escuela dado que la prostitución en la zona ha aumentado y se han mudado a hoteles donde se drogan y prostituyen. Nos unimos al llamado a que las autoridades del gobierno del Distrito Federal intervengan en esta situación y contribuyan a que los jóvenes de la Plaza Zarco retomen su educación, única herramienta para romper con su “ciclo de vida en la calle”.
Lorenzo Rocha

jueves, 19 de marzo de 2009

MILENIO 19/03/09


ANESTÉSICO

La mayoría de las definiciones historicas de la estética mencionan a dicha ciencia filosófica como la encargada de la percepción de la belleza, pero son menos las que aducen a su raíz etimológica, que literalmente se refiere a aquello que se percibe mediante los sentidos. En un mundo dominado por las imágenes, vivimos materialmente bajo anestesia, que equivale a estar privados de sensaciones. Las fotografías y los textos que leemos diariamente, no excluyo la presente nota, tienen la intención de describir experiencias de espacios, pero solamente a través de la vista. Nuestro medio como críticos, es eminentemente discursivo, y se complementa con la fotografía la cual tiene otra capacidad sensorial: la sinestesia. Ésta consiste en la transferencia de sensaciones de una modalidad a otra con ayuda de la memoria. Así es como, al ver una imagen de la naturaleza, podemos recordar sus aromas, texturas e incluso sabores, remitiéndonos a nuestras experiencias anteriores. Hablamos con mucha naturalidad de la frescura que evoca el color verde, o la calidez del rojo, sin embargo, los colores no tienen tempreratura real, se trata sólo de una asociación abstracta entre dos experiencias sensoriales, la vista y el tacto se confunden. Por estas y otras muchas razones, no debemos conformarnos sólo con experiencias visuales, es indispensable la experiencia total de los espacios, arquitectónicos y naturales, únicamente nuestro cuerpo entero es capaz de percibir el espacio, de otro modo, permaneceremos siempre anestesiados. Muy distinto es el caso que se verifica cuando penetramos en un invernadero como el del jardín botánico de la UNAM en la Ciudad Universitaria, de un momento al otro, la humedad y el calor aumentan y los aromas de las plantas tropicales nos inundan, súbitamente nos encontramos rodeados de orquídeas, bromelias, céibas y tabachines, es como un momentaneo viaje a la jungla huasteca.
Lorenzo Rocha

jueves, 12 de marzo de 2009

MILENIO 12/03/09


PLAZA INDEPENDIENTE

En la parte vieja de Bilbao hay una calle que se llama Iturburu, el nombre de la calle se traduce de la lengua vasca como: fuente, manatial u orígen, y efectivamente, solía haber un manatial en lo alto de la cuesta de Iturburu que se ha desviado hacia los mantos acuíferos subterráneos que ahora corren por debajo de la calle, esto es parte de la sabiduría popular local. En lo alto de la calle hay una pequeña plaza en estado de abandono, ahí la Oficina de Transformación Urbana (www.officeforurbantransformation.org) ha comenzado a trabajar sobre la idea de espacio público desde hace un año. Las acciones que se han llevado a cabo apuntan hacia la provisión de una identidad más sólida de la plaza, lo cual pueda servir para asegurar su futuro como espacio público, cuestión de gran importancia para el barrio, donde los espacios abiertos son escasos. La primera acción consistió en pintar un muro que limita la plaza hacia la calle, al pintar este muro de verde comenzó a crecer el interés de los moradores de la plaza. El segundo paso fué buscar la colaboración de los jóvenes que frecuentan la plaza y de artistas de la Fundación Bilbao Arte para decorar el muro de fondo, su diseño en forma de barras responde a que cada participante donó una pequeña cantidad de pintura, de la cual deriva el ancho de cada banda cromática, lo mismo se hizo para el caso de los faroles. Estas acciones tuvieron la intención de reforzar una red social dentro del espacio público y fomentar las acciónes autogestionadas de mantenimiento y limpieza. El tercer paso fué indagar el nombre común con el que los habitantes llaman a este espacio. La mayoría de las personas que lo frecuentan, lo llaman “Cantarranas”, por esto la última acción fue pintar el nombre sobre el muro e instituir el 18 de septiembre como día de la fiestas de independencia de la plaza. Con estas tres acciones se dió un primer paso hacia la afirmación de la identidad del lugar, factor crucial a utilizar como defensa de una eventual apropiación y cierre de este (o cualquier otro) espacio público.
Lorenzo Rocha

jueves, 5 de marzo de 2009

MILENIO 05/03/09


HUMANISMO EN ARQUITECTURA

La dimensión humanista de la arquitectura es sin duda, su componente ética, aquella que expresa mediante la forma construida, los valores y aspiraciones de la sociedad en el tiempo y lugar donde tiene su origen. Dicha dimensión ética, que es también humana, es fácil percibirla en la tipología habitacional del movimiento moderno. Las casas modernistas expresan, algunas con mayor contundencia que otras, una cierta capacidad redentora. Como si los edificios pudieran por sí solos salvar a las ciudades y darle sentido a la convivencia de sus habitantes. La casa es indiscutiblemente una de las principales instituciones humanas, define al hombre cívico y a la vez margina a todo aquel que carece de techo. De este modo, se podría asumir que, a pesar de que constantemente se construyen millones de viviendas, cada vez que se construye una, ésta podría ser la primera casa de toda la historia. Louis Kahn, el arquitecto norteamericano de origen ruso, decía a sus alumnos: “La arquitectura en realidad no existe, tan sólo existe la obra de arquitectura”. En el siglo XX y en lo que va del XXI se vuelve cada vez más evidente una aproximación entre el arte y la vida diaria, lo cual ha añadido una componente estética a la cotidianeidad. De cualquier manera seguirá por mucho tiempo abierto el dilema de la subordinación del habitante al espacio en el que habita. ¿Es el arquitecto responsable del comportamiento antisocial de muchos habitantes de conjuntos multifamiliares? ¿Llegará la casa moderna a convertirse en el espacio para la consecución del acto humano perfecto? Quizá nadie sea capaz de responder a estas preguntas con palabras, pero ciertamente el arquitecto portugués Álvaro Siza pudo dar una respuesta a la última pregunta en forma construida cuando concluyó en el año de 2003 la casa Van Middelem-Dupont en el poblado rural de Oldenburg, Bélgica. Esta casa rural reformada está anexada a una galería de arte y sus habitantes viven y trabajan en un ambiente remoto, casi utópico, en el cual la arquitectura juega un papel casi determinante.
Lorenzo Rocha