jueves, 19 de marzo de 2009

MILENIO 19/03/09


ANESTÉSICO

La mayoría de las definiciones historicas de la estética mencionan a dicha ciencia filosófica como la encargada de la percepción de la belleza, pero son menos las que aducen a su raíz etimológica, que literalmente se refiere a aquello que se percibe mediante los sentidos. En un mundo dominado por las imágenes, vivimos materialmente bajo anestesia, que equivale a estar privados de sensaciones. Las fotografías y los textos que leemos diariamente, no excluyo la presente nota, tienen la intención de describir experiencias de espacios, pero solamente a través de la vista. Nuestro medio como críticos, es eminentemente discursivo, y se complementa con la fotografía la cual tiene otra capacidad sensorial: la sinestesia. Ésta consiste en la transferencia de sensaciones de una modalidad a otra con ayuda de la memoria. Así es como, al ver una imagen de la naturaleza, podemos recordar sus aromas, texturas e incluso sabores, remitiéndonos a nuestras experiencias anteriores. Hablamos con mucha naturalidad de la frescura que evoca el color verde, o la calidez del rojo, sin embargo, los colores no tienen tempreratura real, se trata sólo de una asociación abstracta entre dos experiencias sensoriales, la vista y el tacto se confunden. Por estas y otras muchas razones, no debemos conformarnos sólo con experiencias visuales, es indispensable la experiencia total de los espacios, arquitectónicos y naturales, únicamente nuestro cuerpo entero es capaz de percibir el espacio, de otro modo, permaneceremos siempre anestesiados. Muy distinto es el caso que se verifica cuando penetramos en un invernadero como el del jardín botánico de la UNAM en la Ciudad Universitaria, de un momento al otro, la humedad y el calor aumentan y los aromas de las plantas tropicales nos inundan, súbitamente nos encontramos rodeados de orquídeas, bromelias, céibas y tabachines, es como un momentaneo viaje a la jungla huasteca.
Lorenzo Rocha

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