jueves, 5 de marzo de 2009

MILENIO 05/03/09


HUMANISMO EN ARQUITECTURA

La dimensión humanista de la arquitectura es sin duda, su componente ética, aquella que expresa mediante la forma construida, los valores y aspiraciones de la sociedad en el tiempo y lugar donde tiene su origen. Dicha dimensión ética, que es también humana, es fácil percibirla en la tipología habitacional del movimiento moderno. Las casas modernistas expresan, algunas con mayor contundencia que otras, una cierta capacidad redentora. Como si los edificios pudieran por sí solos salvar a las ciudades y darle sentido a la convivencia de sus habitantes. La casa es indiscutiblemente una de las principales instituciones humanas, define al hombre cívico y a la vez margina a todo aquel que carece de techo. De este modo, se podría asumir que, a pesar de que constantemente se construyen millones de viviendas, cada vez que se construye una, ésta podría ser la primera casa de toda la historia. Louis Kahn, el arquitecto norteamericano de origen ruso, decía a sus alumnos: “La arquitectura en realidad no existe, tan sólo existe la obra de arquitectura”. En el siglo XX y en lo que va del XXI se vuelve cada vez más evidente una aproximación entre el arte y la vida diaria, lo cual ha añadido una componente estética a la cotidianeidad. De cualquier manera seguirá por mucho tiempo abierto el dilema de la subordinación del habitante al espacio en el que habita. ¿Es el arquitecto responsable del comportamiento antisocial de muchos habitantes de conjuntos multifamiliares? ¿Llegará la casa moderna a convertirse en el espacio para la consecución del acto humano perfecto? Quizá nadie sea capaz de responder a estas preguntas con palabras, pero ciertamente el arquitecto portugués Álvaro Siza pudo dar una respuesta a la última pregunta en forma construida cuando concluyó en el año de 2003 la casa Van Middelem-Dupont en el poblado rural de Oldenburg, Bélgica. Esta casa rural reformada está anexada a una galería de arte y sus habitantes viven y trabajan en un ambiente remoto, casi utópico, en el cual la arquitectura juega un papel casi determinante.
Lorenzo Rocha

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