jueves, 29 de enero de 2009

MILENIO 29/01/09



ANIMAL URBANO
La definición de Aristóteles del ser humano como el animal político, es casi un lugar común en nuestros días. Sin embargo, si tomamos en cuenta lo que se entendía por política en la Grecia de hace 2500 años, quizá encontremos que su significado sea distinto del que pensamos. La palabra política en léxico aristotélico se refiere a lo relativo al ordenamiento de la ciudad, a los temas propios de los ciudadanos, a todo aquello que es del dominio civil. En ninguna de sus acepciones se encuentra la palabra poder, por lo que el animal político no busca adquirir el mando sobre sus semejantes, sino cohabitar del mejor modo en la polis, algo parecido a lo que hoy entendemos como el ámbito urbano. El antropólogo catalán Manuel Delgado (Barcelona, 1956) escribió en 1999, un laureado ensayo titulado “El animal público, hacia una antropología de los espacios urbanos”, donde establece muy claramente que la ciudad es un concepto muy distinto de lo urbano. La ciudad es una simple aglomeración de personas y construcciones, mientras que lo urbano se refiere al “estilo de vida marcado por la proliferación de urdimbres relacionales deslocalizadas y precarias”. En otros términos, la ciudad es el espacio de la escena y lo urbano es el cuerpo que se mueve en ésta. Desde que la antropología agotó su veta de estudio fundamentada en la etnología como conocimiento de las sociedades exóticas, de Jean Jacques Rousseau hasta Claude Lévi-Strauss, el objeto de estudio de dicha disciplina humanística se deslizo lentamente de un interés en las comunidades “primitivas y puras”, hacia lo que hoy conocemos como antropología urbana, que se ocupa de lo que paradójicamente llama “tribus urbanas”, como una nostalgia de la alteridad perdida en este mundo globalizado. La diferencia entre lo politíco y lo público es compleja. En primer lugar, lo público se refiere a todo lo que no es privado, aquello que es común en cuanto a su uso y propiedad. Entendido lo anterior, la ciudad fuera de sus ámbitos privados, es el espacio público por excelencia y sus habitantes somos, en terminos llanos: la fauna de la ciudad.
Lorenzo Rocha

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